A 15 kilómetros de la ciudad de Morelia se encuentra Capula, población reconocida por el trabajo de los artesanos en la alfarería (trabajo en barro).
Capula significa lugar de capulines, cuenta con 400 talleres de exhibición y en esta ocasión visitamos al maestro artesano Antonio Espinoza Hernández y a su esposa Ma. Del Socorro Arroyo Montañez.
La alfarería es una técnica milenaria de trabajo y modelado en barro. Con el paso del tiempo se ha ido innovando la técnica, con base en la forma tradicional, empleando nuevos materiales y técnicas de elaboración. En Capula se identifican no solo la alfarería tradicional sino también sus catrinas, la alfarería punteada y una técnica particular que se conoce como alfarería vidriada; estas variantes del trabajo en barro se denominan así de acuerdo a las mezclas de los materiales, sus temperaturas de quema y acabado.
El maestro Espinoza y su esposa nos recibieron muy amables en su casa-taller. Ellos se especializan en la alfarería vidriada la cual consiste en el siguiente proceso:
Se compra la materia prima para la mezcla del barro, que es la arcilla con una pasta cerámica. Se muele y queda lista para trabajarse con agua. Una vez lograda la consistencia deseada se aplica el barro al molde de la pieza que se pretenda realizar.
Con la ayuda de un torno se fabrica la pieza; ésta va girando sobre su eje principal. Este movimiento lo imprime un motor eléctrico que transmite su giro al husillo principal mediante un sistema de poleas o engranajes.
Enseguida se mete a cocer en un horno artesanal para la primera quema; todas las piezas van acomodadas en este horno, se cubren de tepalcate y su combustible es la leña. La temperatura que se alcanza es de 800 a 900 grados centígrados; la primera quema en este horno dura de 3 a 4 horas.
Después, se dejan enfriar las piezas de manera que sea posible tomarlas. En este momento se procede a pintar de forma manual cada pieza según el diseño.
Los colores que se usan son pigmentos naturales de origen minero o biológico en polvos finos.
Terminada la pieza, nuevamente se deja secar y a continuación se baña con un esmalte. El esmalte es un vidrio transparente que se funde en el horno.
Por último, se pasan todas las piezas a un horno distinto que funciona con gas, conocido como horno para cerámica; en el interior hay varios paneles donde se van acomodando las piezas hasta llenarlo. Una vez preparado se cierra herméticamente y se enciende, dejándolo de 5 a 6 horas con una temperatura de 1050 grados centígrados.
Aquí termina el proceso de elaboración.
El maestro Antonio nos mostró cada una de estas etapas; vimos el trabajo y la especialización que lleva realizar cada una de ellas. Por esta razón, considero que su quehacer como artesano tiene un gran reconocimiento.Es interesante ver lo que hay detrás de cada una de las piezas que vemos en las tiendas y tianguis artesanales.
La originalidad y el ingenio de sus diseños son propuestas que el maestro y su esposa van creando a gusto del cliente.Todas las piezas son originales. Aunque siguen un proceso seriado, cada una lleva impresa un detalle particular que las hace ser únicas.
Al preguntarle acerca de la producción en su taller, nos dijo que cada 8 días trabajan de 100 a 200 piezas. Entre su producción trabaja la loza, con platos, tazones, salseras y demás utensilios; elabora también macetas, números para las casas, jarrones y algunos encargos especiales.
Este tipo de técnica vendría siendo equivalente a la talavera de Puebla, sólo que este nombre es exclusivo de piezas provenientes de zonas designadas y talleres específicos. La certificación es emitida por un consejo regulador, el cual designa los estándares que permiten llamar a esas obras "Talavera”. Debido a esta razón, a la alfarería de Capula no se le puede denominar propiamente talavera.
El trabajo de la alfarería vidriada lo podemos ver y comprar en el mercado de artesanías del pueblo de Capula. En este recinto se ofrecen a los visitantes y lugareños piezas artesanales de diferentes casas, todas atractivas, coloridas y de calidad.
Aprovechando la visita a Capula se puede visitar el templo parroquial de Santiago Apóstol, el Cristo con rasgos indígenas del siglo XVI encontrado en excavaciones, su plaza y algunas otras casas-talleres.
Michoacán, una vez más, nos ofrece una gama de productos artesanales en los que se ve la expresión artística y el esfuerzo de su gente como parte de una cotidianidad.
Agradecemos al maestro Espinoza y a su esposa por abrirnos las puertas de su casa y mostrarnos una forma más de trabajar el barro.
Gisel Gómez Cendejas
Fotografía: Guillaume Cordier
HOLA ALGUN NUMERO DE ALGUN TALLER DON DE FACTUREN, ME URGE
ResponderEliminarwww.alfareriarga.wordpress.com
ResponderEliminarSaludos
Acaso nadie vende éstos productos por internet? Sería una fórmula de ganar ganar.
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